Yo no creo en lo que creen todos, yo no busco lo que vos vas a encontrar, no me olvido lo que olvidan otros ni pretendo caerle bien a los demas 

viernes, 3 de diciembre de 2010

Hay días en los que quisiera tirar todo abajo, quemar o borrar todos mis escritos, quitarme la piel que tanto me molesta, olvidarme de todo y de todos, gritar sin que nadie me escuche, andar desnuda por la calle, convertirme en una hoja, creer que soy una hoja y tomar la vida de la hoja, sentir que todo tiene sentido, que el todo tiene patas y que camina a mi lado, que puedo conmigo misma cuando caigo sobre mí, levantarme sin vergüenza, desnudarme sin vergüenza, atropellar con un camión a todas mis inseguridades, cortar en pedacitos con una moto cierra a los demonios que llevo dentro, levantarme de la cama a la hora que quiera, despertarme a la hora que quiera, ponerle una bomba a mi yo represor, desafiar a las bestias de mi conciencia, barrer con un pelo las cenizas de lo que fui, crear una isla en el medio del océano de mis pensamientos, regalarle a mi orgullo un pasaje de ida, dejar de prometer que no voy a prometer, cocinar todas las crudas verdades de mi vida, quebrar todos los espejos y librarme de la mala suerte, zurcirme los labios cuando no tengo que hablar, hacer las paces con mi costado irascible, sacarle las pilas al despertador, bañarme por horas hasta lavar las suciedades de mi alma, ser mi propia barca y mi propio capitán, respirar hondamente hasta marearme de tanto oxigeno, decir lo que pienso, pensar lo que digo, pegarle una patada a mi estupidez por el trasero, remendar la tela apolillada de mis errores, no caer otra vez en el poso de mi vacío, creer en la magia. Quisiera tantas cosas... quisiera dejar de pensar por un instante... por ejemplo.

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